Seis líneas y cinco colores fue todo lo necesario para lograr una obra maestra. Para 1922, la misión modernista parecía estar completa. En la obra “Composición con azul, amarillo, rojo, negro y gris” de Piet Mondrian solo prevalecen los colores primarios.
El naranja y el azul aciano que persistían el año anterior habían sido desterrados y un contemplativo gris-blanco había tomado el centro del escenario. El arte occidental nunca había parecido tan sencillo ni tan accesible, se destaca en una nota publicada en el portal de la BBC Mundo, en ocasión de que se conmemora este año los 150 años del nacimiento de Mondrian y se están haciendo en diversas partes del mundo exposiciones en su homenaje.
En 1922 el pintor se despidió de su estudio de París para celebrar su 50 cumpleaños con una retrospectiva de su obra en el Stedelijk Museum de Ámsterdam. Hoy, un siglo después, la Composición de 56 x 63 cm de Mondrian con azul, amarillo, rojo, negro y gris está en exhibición permanente en el sótano del museo, con el característico monograma “PM” y “22” todavía visibles en la áspera pintura roja.
Maurice Rummens, investigador del Stedelijk, describe la pintura como una de las puntas de lanza de la colección del museo. La obra marcó una transformación en el estilo de Mondrian y en la pintura.
Las representaciones de objetos reales y el uso de la perspectiva, vistos en los paisajes del artista a principios de siglo y continuando en su período cubista, ya no eran lo suficientemente modernos para él. En cambio, recurrió a la abstracción pura para comunicar algo más ambicioso e intangible: las cualidades elementales y universales del cosmos.
“Las líneas verticales y horizontales son la expresión de dos fuerzas opuestas”, explicó más tarde Mondrian en un ensayo de 1937. “Existen en todas partes y dominan todo; su acción recíproca constituye ‘vida’”, agregó.
Mondrian utilizaba la combinación de colores primarios y patrones geométricos audaces para transmitir la conectividad inherente de la naturaleza en la manera más destilada y directa posible.
“Mondrian fue un pionero, en el sentido de que era muy radical, y en su concentración en la esencia misma de la imagen”, dice Ulf Küster, curador de “Mondrian evolution”, una muestra que se expone en la Fundación Beyeler, de Suiza.
“El minimalismo es impensable sin Mondrian -agrega Küster-; él fue uno de los primeros que realmente hizo esto, este trabajo totalmente no representativo... Si ves lo moderno como algo que rompe con todas las tradiciones y define todo lo nuevo, entonces las pinturas de Mondrian de los años 20 son muy, muy modernas”.
“Creo que Mondrian solo quería mantener la imagen lo más abierta posible -reflexiona Küster-. Todos los buenos artistas hacen más preguntas que las respuestas que ofrecen”.